UN GRAN AMOR PRE-ADOLESCENTE
Por Gustavo J. Castagna
La clave está en los primeros minutos de MOONRISE KINGDOM. La clave, el secreto, las obsesiones estilísticas y temáticas de un director en relación a sus historias y personajes. Movimientos geométricos con la cámara, planos cerrados, travellings, criaturas estáticas o en movimiento, uso particular del color, coto cerrado: es el mundo de Wes Anderson, la clásica comunidad que parece perdida en el tiempo oponiéndose a un mundo ajeno que no muestra su cara. Forma y contenido que se fusionan en esos instantes iniciales y que aclaran por donde se encarrillan sus manías y taras. Por dónde va su puesta en escena y visión del mundo.
Sam y Suzy, dos chicos de 12 años podrían ser los únicos amigos de Max, el chico de 15 años de RUSHMORE. Podrían estar en aquella academia y así transmitir consejos a aquel rey exitoso y extracurricular en su afán por enamorar a la profesora de kindergarten. Pero Sam (Jared Gilman) y Suzy (Kara Hayward) viven en una isla de Nueva Inglaterra (noreste de Estados Unidos), sus días transcurren en 1965 y la comunidad tiene sus reglamentos, o en todo caso, su modo de observar el estado de las cosas. Esa forma de vivir del pueblo se verá alterada con el amor, el primer amor, el beso inicial, el comienzo de una relación, entre el huérfano Sam y la niña Suzy, hija de un matrimonio apático (Bill Murray, Frances McDormand), abogados ambos y más que distantes en el plano afectivo. El abanico de personajes se completa con el sheriff de buen corazón (Bruce Willis) y el líder de la tropa de los scouts Khaki (Edward Norton) y, en la última parte del film, a través de una representante “legal” (la estupenda Tilda Swinton) y una breve aparición de Jason Schwartzman (no podía faltar, claro), protegiendo a los niños enamorados.
Se percibe que Anderson se siente más cómodo con personajes viviendo su niñez y adolescencia que a través de otros con una vida conformada atrás. O, tal vez, eligiendo a personajes mayores pero que aún recuerdan (en gestos, acciones, movimientos, decisiones) el tiempo de la adolescencia. Por eso, MOONRISE KINGDOM, como RUSHMORE, están por encima de LA VIDA ACUÁTICA Y VIAJE A DARJEELING, ya que el director se ubica junto sus personajes-chicos y los protege, los acaricia frente al mundo de los progenitores o custodios. Esto no implica que Suzy y Sam sean dóciles e ingenuos frente a ese estado de las cosas; todo lo contrario: ella mira al mundo desde sus prismáticos, sabe que está rodeada de un padre y una madre que no la comprenden y que su progenitora tiene una relación infiel con el sheriff del pueblo; él, en tanto, sobrevive con el grupo de scouts y observa sin esperanza a ese universo construido desde una (falsa) felicidad y de apariencia confortable. Por eso, Suzy y Sam deciden desaparecer, huir e instalarse en un bosque, en ese espacio geográfico que remite al cuento de hadas, cuales Hansel y Gretel en versión romántica. La naturaleza del lugar los agobia y agrede pero también los protege, hasta que se produce la gran tormenta, alterando la vida en la isla, instando a que los habitantes salgan a la búsqueda de los niños rebeldes a un paso de la adolescencia. Allí se resolverá el futuro de cada uno de los moradores de la comarca de Nueva Inglaterra: el amor triunfa, los personajes se modifican, la tormenta cesa. De vez en cuando hay que mirar atrás y recordar esos momentos inolvidables que nunca volverán.
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