SOMBRAS Y LUCES EN LA CIUDAD
Por Gustavo J. Castagna
Todo funciona a la perfección en las más de dos horas de LOS ÁNGELES AL DESNUDO de Curtis Hanson. Desde la funcional cámara del director (fallecido hace menos de un mes), la adaptación que Brian Helgeland hiciera de la novela de James Ellroy, un grupo actoral de intérpretes principales y secundarios en estado de gracia, la concreta reconstrucción de época que alude al Los Ángeles de los 50 y una trama enroscada, con pliegues y repliegues narrativos, en donde se materializa aquel viejo axioma del género policial que reza “nada es lo que parece ser”
Ese “nada es lo que parece ser” acumula personajes de doble faz o, en todo caso, en algunos ejemplos, obligados a modificar su conducta ética e intachable: al final de la película, aquellos que aun estén vivos (que no serán tantos) se verán muy diferentes a cómo eran al principio. Algunas amistades trastocarán en traición, unos personajes morirán en el intento de resolver los múltiples asuntos que no parecen preocupar demasiado a un destacamento policial con sus correspondientes detectives, alguno más seguirá seduciendo en esa ciudad corrupta y hasta un correcto agente, seguro de sí mismo y de su moral frente al mundo. se convertirá –porqué no- en una extensión de ese paisaje soleado pero podrido por dentro.
LOS ÁNGELES AL DESNUDO estimula al elogio inmediato, a salir a defender con ganas sus idas y vueltas narrativas, sus chistes e ironías sobre aquel Hollywood crepuscular, su infinidad de matices que entrega una paleta cromática que deja ver a una ciudad luminosa, con glamour y estrellas cinematográficas que recuerdan a aquellas verdaderas de su época (¡la vuelta de Kim Basinger y su seducción a pleno desde la mirada, la silueta y la piel!).
Pero, además de las mujeres protagonistas, secundarias o no, la película describe una trama de hombres: un recién llegado a la oficina policial, heredero de la ética de su padre (Ed Exley – Guy Pearce-); el irascible y violento Bud White (Russell Crowe), el parsimonioso e irónico Jack Vincennes (Kevin Spacey), el periodista y fotógrafo que conoce al detalle el “detrás” de aquel Hollywood (Danny De Vito) y, entre otros, el jefe de todos los detectives, el reglamentado y conocedor del terreno que pisa, la ley dentro de una mirada particular, encarnada por Dudley Smith (el extraordinario James Cronwell).
Ellos son los vértices principales de una trama donde se confabulan policías violentos y corruptos, un mundo hollywoodense teñido de chanchullos y actos prohibidos y unos cadáveres que empiezan a desparramarse a los pocos minutos y que servirán como primer detonante para una trama que recién ofrece sus primeros pasos.
En efecto, la estructura de relato de LOS ÁNGELES AL DESNUDO se asemeja a un sistema de cajas chinas o a una muñeca rusa: cuando se cree que se está cerca de resolver la historia, vuelve a aparece otro interrogante, un dato más, un nuevo personaje sospechoso.
De allí que el relato necesariamente acumule personajes y situaciones construidos desde la gramática del policial pero elevados a un universo conceptual donde ningún elemento debería descartarse de antemano.
La trama avanza a golpes de novedades y descubrimientos a cargo de la investigación, pero también, desde la sorpresa inesperada que señala una vuelta de tuerca. Y otra más. Y otro momento impensado. Y una relación entre dos personajes que parecía rota y que vuelve a conformarse con la pretensión de resolver los enigmas de una vez por todas.
En ese sentido, LOS ÁNGELES AL DESNUDO es una obra maestra, que respira libertad y conocimiento de su director y adaptador, nunca olvidando que precede de un texto original ideal para ser transpuesto a las imágenes.
Esas libertades son las mismas que parecen tener los personajes dentro de la ley (o fuera de ella), en una ciudad feliz donde las luces no dejan ver las zonas oscuras de ese falso glamour. Ocurre que detrás de esas palmeras, de esos autos de época, de esas oficinas confortables y de esas piletas de natación más que acogedoras, se esconde la corrupción, la elegía delictiva aceptada por el otro, la ilegalidad cotidiana.
Pero también sucede lo mismo entre el mundo de los detectives, en esa órbita supuestamente legal, marcada por el juramento que asigna al bien y al mal dentro de una sociedad legitimada.
Sin embargo, la ética tampoco se corresponde con ese lugar y LOS ÁNGELES AL DESNUDO, una de las películas fundamentales de la industria del cine de la década del 90, está allí para mostrar ese calamitoso estado de las cosas.
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