Por Gustavo J. Castagna
Se realizará el próximo Miércoles 10 de Abril a las 14:15hs.
Entrada libre y gratuita con inscripción previa haciendo click aquí
90 años y más de 65 en plena actividad. La vida de AGNÈS VARDA (30.5.1928/29.3.2019) no se limitó únicamente a su faceta de directora de cine: también fue artista plástica, fotógrafa, mujer y feminista.
En aquellos albores de algo aun no denominado Nouvelle Vague se atrevería a fusionar el documental con la ficción en LA POINTE COURTE (1954), en medio de esos tiempos de explosiones críticas y teorías cinematográficas a cargo del mensuario Cahiers du Cinéma, de su director André Bazin y del equipo de redactores en esa redacción irrepetible: Godard, Truffaut, Rohmer, Chabrol, Rivette.
Por eso VARDA fue la primera, cuando aun no existía esa nueva ola germinada en la revista desde la llamada “política del autor”, anticipándose a Sin aliento (1959, Godard) y Los 400 golpes (1959, Truffaut), entre otras opera(s) prima.
Y Agnès peleó contra todos: frente al prestigio bien ganado de ese movimiento estético ideológico que partió en dos la historia del cine, supo ubicarse en los márgenes del movimiento a través de sus títulos más representativos de los años 60: CLÉO DE 5 A 7; LA FELICIDAD y LAS CRIATURAS.
Su mirada juguetona sobre la mujer, la pareja, el matrimonio, la sexualidad y la infidelidad la fueron convirtiendo en un sujeto extraño de un sistema aun reacio a que una directora adquiriera cierto predicamento en una profesión de hombres.
Fotógrafa profesional antes de tomar una cámara de cine, casada con el cineasta Jacques Demy (Los paraguas de Cherburgo; Las señoritas de Rochefort), su inquieta manera de ver y registrar la hace viajar por el mundo: participar de la actividad revolucionaria de los Panteras Negras, compartir la problemática del Mayo Francés, sumarse a la firma de un texto sobre la legalización del aborto junto a intelectuales y artistas y volver a la dirección entre cortos y films colectivos entremezclados con su actividad como fotógrafa.
AGNÈS VARDA nunca deja de interesarse por el documental (DAGUERROTIPOS, 1975, es un claro ejemplo) aunque una década más tarde triunfa con una ficción que la reubica en las grandes ligas de los festivales (Cannes, por ejemplo): SIN TECHO NI LEY (1985), nihilista visión del mundo, sin contemplaciones ni florituras estéticas con una joven protagonista (Sandrine Bonnaire) como centro esencial del relato.
La última / nueva vida de VARDA se inicia con el extraordinario documental GLANEURS ET LA GLANEUSE (2000), para continuar con LAS PLAYAS DE AGNÈS (2008) y culminar con VISAGES VILLAGES (2017), estrenada por acá hace un año (*).
En estos trabajos la directora observa al mundo desde un lugar inusual: se basa en recuerdos y anécdotas pero no cae en la rutina melancólica; describe situaciones, personajes, geografías e injusticias varias sin necesidad de sostener su discurso en proclamas y lamentos de barricada; y vuelve a escarbar en su profesión de fotógrafa (junto a al artista JR, por ejemplo, en el último documental) para contemplar paisajes olvidados, personas anónimas y hechos cotidianos.
El secreto de su cine, se trate de documentales y ficciones, en relatos felices o solemnes, acaso se encuentren en el tono.
Justamente en VISAGES VILLAGES, al lado de JR (artista experto en gigantografías de gente común), AGNÈS VARDA explora al mundo contemporáneo desde seres anónimos, pueblos olvidados por la economía global y una camioneta / van que representaría a un viaje crepuscular, jamás mortuorio, sino pleno de vida y exento de lágrimas. En ese tono reflexivo pero también lúdico, el documental de una señora de 89 años y un joven artista de aspecto “cool” trasunta energía y ganas de vivir. Operarios, obreros, meseras, una mujer que se resiste a un desalojo, alguna invocación a “Un perro andaluz”, caminatas, charlas con propios y extraños. VISAGES VILLAGES es una road movie de incierto final pero que apuesta a un reencuentro pendiente: el de la directora con Godard, el oráculo que habla, que desde hace años reside en la ciudad suiza de Rolle, que al momento del documental tenía 87 años.
Dos viejos amigos que están ahí, a un paso de reencontrarse, acaso para recordar aquellos años de la Nouvelle Vague y hablar del pasado, presente y futuro. Pero no: la leyenda francosuiza gambetea la felicidad de la legendaria cineasta. La maniobra no es feliz pero sí contundente en los resultados finales: no hay tiempo para lágrimas pese a Agnès lamente la frustración y más adelante, en una entrevista, califique a Godard como “una sucia rata”
El final cut de VISAGES VILLAGES, por lo tanto, se comparte entre el narcisismo extremo de una leyenda aun viva y una abuela dulce y vital que ya pertenece a la gran historia del cine.
(*) Este año se estrenará por acá su último trabajo: VARDA PAR AGNÈS – CAUSERIE (2018), concebido como serie para televisión (2 episodios).
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