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Hernán Guerschuny y Rafael Spregelburd en el CIC – Proyección especial de “El Crítico”+ Charla

El 29 de Abril el CIC vivió una tarde especial junto a sus alumnos. Acompañados de Vivián Imar y Marcelo Trotta, directores del CIC; el director y el protagonista de “El Crítico”, Hernán Guerschuny y Rafael Spregelburd, ofrecieron una charla revelando aspectos fundamentales del desarrollo creativo de esta Ópera Prima nacional interpretada por Dolores Fonzi y Rafael Spregelburd. Hernán, a su vez, es egresado de la Carrera de Realizador Integral de Cine y Televisión del CIC, por lo que su presencia resultó muy valiosa y enriquecedora para los alumnos, además de emotiva para quienes observaron sus primeros pasos en la institución. De más está decir, si hablamos de importancia, lo que significó para los alumnos de la Carrera de Actuación sobretodo, la presencia de Rafael Spregelburd, que por contemporáneo no deja de ser uno de los grandes de la rica historia del teatro argentino. Ni más ni menos.


El film, que se presenta como una comedia romántica en clave de parodia, contó con el Premio a Mejor Película en la Sección Panorama Argentino del 28º Festival Internacional de Cine de Mar del Plata y cuenta la historia de Téllez, un severo y prestigioso crítico de cine harto de las comedias románticas y convencido que lo mejor del séptimo arte murió. Tal vez por su oficio, sufre lo que él llama La Maladie du cinemá: ve el mundo como si fuera una gran película que no puede evitar criticar. Buscando un nuevo departamento, conoce inesperadamente a Sofía, una mujer atractiva pero que poco tiene que ver con su buen gusto. “Elemental, construida a fuerza de clichés” la describiría. El azar los pone en situaciones extrañamente idílicas. Téllez intenta escapar de una puesta que aborrece pero sospecha que el género que más odia se está tomando revancha.


El Crítico se proyectó especial y exclusivamente para la charla, que se llevó a cabo en un colmado Teatro del CIC, y contó con la moderación de Marcelo Trotta y Vivián Imar, que la fueron encauzando hacia los tópicos más interesantes para que los alumnos de las carreras de Realización, Actuación y Curaduría allí presentes, puedan disfrutar y aprehender de un evento único: La posibilidad palpable de conectar personalmente con el director y el protagonista de un largometraje, inmediatamente después de su proyección.

A continuación destacamos, a fuerza de subtítulos, los aspectos más sobresalientes de la charla referida en este cálido encuentro con los alumnos:


El crítico” tuvo un largo proceso de desarrollo, Vivián Imar comienza indagando respecto del momento en que se produjo el “click” que lo llevó a finalmente, realizar la película.


LA METÁFORA DE LOS ESCALONES

Hernán Guerschuny: No sé si fue una decisión mía. La decision la tenía hace tiempo. Hacer una Ópera Prima es muy complicado, te la pasás convenciendo a gente para que el proyecto les importe tanto como a vos. Te palmean la espalda, pero es complicado conseguir un productor que se suba al tren de la misma manera. Todo es una apuesta a futuro, una relacion a largo plazo.

El click fue Pablo Udenio, que lo conozco desde que estudiábamos acá en el CIC, que codirige conmigo la Revista HC y se puso en la piel del productor ejecutivo.


Básicamente se encargó de que la idea se concrete. Comienzó a recorrer los pasillos del INCAA, hacer las diferentes presentaciones, aplicar a Ibermedia, realizar los diferentes procesos que te permitan lograr la financiación de la película.


Llevó mucho tiempo, eran escalones altos y largos, pero siempre avanzábamos un poquito. Finalmente lo logramos.


Rafael Spregelburd es, en palabras de Vivián Imar, un verdadero “monstruo del teatro”.Dramaturgo, Director, con un importantísimo reconocimiento internacional. Sus obras han sido traducidas a múltiples idiomas y han sido estrenadas por los más importantes directores del mundo. Esto podría haber supuesto un factor de inhibición para Hernán, por lo que lo consulta respecto de cómo fue el acercamiento para presentarle el proyecto.


 

EL EXTRATERRESTRE

Hernán Guerschuny: Yo a Rafael lo admiro. Iba a ver sus obras de teatro. Con las obras me pasa que veo algunas y las siento posibles: “yo algún día podría llegar a hacer eso”, y veo otras que parecen hechas por un extraterrestre. Cuando veía las de Rafael me pasaba esto último.


No entendía cómo un tipo en lo que dura una vida podía llegar a hacer las obras que él hace.

Entre lo que duró el rodaje, Rafael tenía ocho obras en cartel en Buenos Aires… En algunas como director, otras como autor, y en otras actuándo, daban un total de ocho… sólo en el período de rodaje.

Todo eso se neutralizó cuando lo conocí a personalmente.


Me da la sensación que para Rafael el cine es como irse de vacaciones, se divertía muchísimo. Ya desde el primer momento en que lo contacte por Skype, me interpelaba por el proyecto y se mostraba interesado. No tuvo una actitud desesperada por el papel, diciéndo a todo que sí, sino que averiguaba y reflexionaba sobre el proyecto y eso lo hacía también más interesante.


La figura del crítico cinematográfico cumple un rol fundamental en la película. Marcelo Trotta hace hincapié en la composición del personaje.


LAS MEDIALUNAS

Rafael Spregelburd: Yo no tenía relación con los críticos de cine, excepto con Hernán., que de alguna manera por tener una revista especializada, es crítico de cine.

Hernán me organizaba para que vaya a ver “una privada”, yo no sabía qué era.

Tratamos de pensar que podíamos estudiar un poco a esos personajes en una situación medio vergonzosa, a las diez de la mañana en un shopping. La distribuidora si se acuerda lleva unas medialunas. Y estan todos de mal humor porque se tuvieron que levantar temprano. La vez que fui, se proyectaba una película que no le interesaba a nadie, una zaga, un “Ghost Rider, segunda parte”. Y vi que los tipos estaban ahí y decían “bueno, ahora tenemos que trabajar”, y lo que para vos es un placer para ellos es un raro trabajo. Esa mañana las medialunas se fueron a otro shopping porque se equivocaron. Una señora gritaba “yo me voy a ir a desayunar, porque yo tengo que desayunar!”… fue todo muy triste. (Risas)


El primer contacto con el glamour de la crítica que uno proyecta, dio por tierra todo esto que uno piensa de: “me voy a encontrar con seres intelectuales que analizan…” y no, lo que encontramos fue la otra parte, la parte que la película quizás parodia dos o tres minutos, porque la verdad que después se dedica a otra cosa. Pero lo que hablamos fue de construir no un crítico sino “el crítico” que la película necesitaba. Y es un tipo que le pasa una cosa determinada… y la verdad que para eso no te ayuda mucho ver a esta gente mal vestida, peleando por una medialuna y peleando por un campo propio de originalidad, porque deben estar en una situación complicada, que es reseñar en los caracteres que le pide el diario.


Yo tenia una enorme piedad por la situación. Pero no encontré nada de ese glamour aterrador de “que pensaran los criticos de mí”… nada, no van a pensar nada, están pensando en otra cosa. Al menos en esta proyección en particular, supongo que debe haber otras diferentes, según la película que se presente.

Naturalmente, luego del proceso de investigación, comienza el de ensayos, Vivián Imar consulta a ambos respecto de esta etapa tan importante, que se realizó en las instalaciones del CIC:


EL AGUA Y EL ACEITE.

Hernán Guerschuny: A mí lo que más me interesaba era conocerlos. Yo creo que el 80 por ciento de la película es el casting, no sólo por el fisic-du-rol, sino porque para mí era importante que los actores fuesen inteligentes y que además te logren querer.


Hay un componente afectivo que para mí es muy importante a la hora de trabajar, porque me parece que los actores siempre están exponiendo mucho. Los que ponen el cuerpo son ellos, los hacés correr bajo la lluvia, por ejemplo, y son ellos los que están ahí. Para mí es muy importante que haya una relación de afecto.

Los ensayos entonces consistieron en eso, en charlar mucho. Era muy importante que exista eso que es imposible de escribir en un guión y que es la química entre los personajes. En una comedia romántica, en una historia de amor; hay algo muy difícil de escribir que tiene que ver con la mirada, con la relación, incluso desde lo opuesto. Que se logra conociéndolos y conociéndose entre ellos.


Y me encontré desde el primer ensayo con algo que era genial y me entusiasmó y me divirtió mucho, y es que Rafael y Dolores (Fonzi) son dos grandísimos actores, pero son el agua y el aceite. Son muy distintos entre sí en todo: en formación, en manera de vivir, en manera de actuar, entonces se generaba algo muy divertido.


Ahora lo que sí compartían era que ambos tenían muchas ganas de reírse de sí mismo, que para mí es muy importante en esta película.


LAS ZONAS DE DIFICULTAD.

Rafael Spregelburd: También fueron un poco más técnicos de lo que Hernán recuerda. Pese a nuestras diferencias para encarar el material. Lo cierto es que para nosotros, los actores de teatro, en cine se ensaya horrorosamente poco.


Pensar que una escena se va a pactar o resolver en un encuentro, a nosotros nos resulta raro. Pero porque en teatro uno se prepara para un proceso que es permanente. Debo ensayar y memorizar el texto para siempre, para todas las funciones que vaya a hacer. Además me tengo que ensayar una lógica, cómo voy a hacer para detonar ciertas emociones… en el cine se supone que el actor llega y ya lo sabe hacer… mentira, no pasa. Y cuando uno necesita ensayar y te lo proponen, las cosas que uno necesitaría ensayar, que son muy técnicas, no se ensayan. Porque se descubren en el momento. “Se acuerdan esa escena que ensayamos en el CIC… bueno, ahora lo que pasa es que la cámara se va a estar moviendo y vos tenes que decir esto o llorar justo cuando la cámara avanza”. Y eso por ahí no estaba ensayado, y de cualquier manera si se ensayaba quizás salía un día y otro día no.


Uno en los ensayos va tanteando cuáles van a ser las zonas de dificultad, pero eso se resuelve el día que prenden la cámara. En ese sentido el cine tiene una magia en la que todo lo que toca lo hace posible. En el teatro hay otros tiempos, todo se discute, pero hasta que no llega el público no se hace.

En cine los ensayos son todos fallidos, como al momento de la escena, la escenografía que te circunda es real, todo lo que tocás es real; es muy difícil ensayar sin eso. En teatro todo eso se imagina, nunca nada va a ser real, va a ser escenografía. Entonces, en cine cuando realmente te encontrás en el lugar, ya vestido como el personaje, hay algo que se empieza a organizar y uno siente que en el ensayo no ha hecho lo que debería haber hecho, que era adelantarse a ese momento. Sin embargo ensayamos mucho más de lo que yo he ensayado en otras películas.


Frente a la inminente llegada del rodaje, Marcelo Trotta instala un eje de reflexión respecto de la plataforma de producción. Se trató de una película realmente industrial, que supuso una experiencia realmente nueva para el director, anteriormente ligado a plataformas de trabajo más independientes y autogestivas. Consulta entonces respecto de la estrategia de dirección que aplicó para atravesar este desafío.


ABIERTO A DESCUBRIR

Hernán Guerschuny: La pensé muchos años a la película. Si bien era una Ópera Prima, sabía exactamente lo que quería, independientemente del resultado.

Hicimos scouting y seleccionamos las locaciones, una vez que tuvimos las locaciones, sacamos fotos de los encuadres, de las puestas de cámara, imaginando ya cómo lo íbamos a filmar. Por dos razones, primero para poner un seguro a todas las dudas que puedan sucederse el día del rodaje, pero además porque nosotros filmamos en cinco semanas y un sábado. En cada jornada teníamos una locación distinta. Entonces no teníamos revancha. Si no metíamos la escena ese día, no se hacía. Tenía que llegar con todo bastante clarito.


Dicho todo esto, lo más lindo es cuando llegás e igual estás abierto a descubrir cosas.

La escena del barco y la de la cena romántica de ellos dos, estaban pensadas en plano-contraplano, y el tiempo no nos lo permitió y se resolvieron en un sólo plano. Por suerte, teníamos muy buenos actores que permitieron que en esos casi tres minutos la escena se sostenga. Hicieron algo genial, una especie de montaje interno, con gestos pausas, cuando habla uno, cuando habla otro, si se interrumpen o no. Es algo muy difícil de dirigir, y es algo que hicieron ellos naturalmente. Fue con la inteligencia y la intuición de los actores.


Sabía lo que quería. Pero gran parte de lo que quería era que, en el momento, nos divirtámos mucho. Y para mí un rodaje es divertido si estás abierto a lo que pueda surgir.

Lo disfruté muchísimo, para mí era mi cumpleaños todos los días. No podía creer el hecho de llegar y ver 40 técnicos esperándome. Como sabía lo que quería era genial.

Nosotros tenemos una pequeña empresita hace veinte años y es todo autogestivo. Cada decisión que tomás tenés que pensarla siete veces porque tenés que trabajar siete veces. En este caso fue genial porque además armamos un dream-team técnico, cada cabeza de área era gente con mucha experiencia, muy buenos. Y eso hizo que se disfrute muchísimo. De todas maneras siempre hubo diez tipos que nunca entendí que hacían. (risas) Respecto de ello, Marcelo Trotta consulta a Rafael sobre las diferencias que encontró entre esta película y las otras en las que participó; ante la atenta mirada de los alumnos de las Carreras de Actuación, Realización y Curaduría del CIC.


LA MONOGAMIA DEL MATRIMONIO

Rafael Spregelburd: Toda película es distinta. Y yo he trabajado mucho en Óperas Primas, debo ser el actor más barato del mercado (risas).

Vivo del Teatro y, de verdad, elijo las películas que me gusta hacer.

En este caso, el guión estaba sorprendentemente bien escrito y preparado para ser habitado. Que llegue un guión así a tus manos te entusiasma muchísimo. Pero además se dió en un momento raro de mi vida, mi hijo acababa de nacer. Cuando filmamos tenía tres, cuatro meses. Yo dormía en la motorhome porque en casa no se podía dormir. (Risas)


Por otro lado, conocía la mujer de Hernán, Roberta Pesci, que además es vestuarista de la película, con quien he trabajado también en otros largometrajes. Ellos habían venido a ver una obra mía, “Apatrida”, en la que también hago un crítico, pero en el 1800 y que se bate a duelo con un pintor. Si bien el lenguaje era completamente distinto, lo que Hernán quería era alguien que componga un personaje que pueda hablar naturalmente con cierta retórica impostada. Era una película con un único punto de vista, el de mi personaje, y que para colmo estaba desdoblado en su voz.


Fue un proceso muy interesante porque incluso la voz-over terminó de definirse en el montaje, con escenas articuladas especialmente para esto, que por momentos hasta suplió escenas no filmadas. No era grabar e irte a tu casa. Demandó mucho más de mí como actor.


También el hecho de que venga el director, te haya visto en una obra, y te diga que sos el actor que necesita, te hace sospechar que quizás sea ese el proyecto que yo también necesito.

La película demandaba un tiempo del que no sabía si iba a disponer, así que había que gustarse, enamorarse del proyecto. Y en ese sentido las películas son como matrimonios, es necesario olvidar las anteriores para comenzar uno nuevo… al menos para mí, que soy monógamo. (risas)


Creo que la diferencia más importante entre esta película y otras, fue la confianza y la responsabilidad que Hernán puso en mí.


La charla continuó todavía con el importante resabio en suspensión de la película proyectada, en exclusiva para los alumnos, en el Teatro del CIC. Una modalidad absolutamente enriquecedora en donde los alumnos del CIC pudieron se testigos del intenso trabajo pasional y profesional en Cine. Luego tuvieron la posibilidad de despejar sus dudas junto a estas dos notables personalidades del Cine y el Teatro, que con trabajo y sacrificio se han ganado el meritorio lugar de respeto de colegas y afines.

Una nueva oportunidad para los alumnos, como ya es costumbre del CIC, de conocer y aprender de cerca con el verdadero trabajo profesional.


Por Román Cárdenas


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