POP BEATLES
Por Gustavo J. Castagna
La historia de los Beatles en cine había empezado con el blanco y negro de Anochecer de un día agitado (1963), comprobación definitiva del fanatismo, los gritos y las lágrimas que surcaban por los rostros de las adolescentes al ver (mucho) y escuchar (poco) a los fabulosos de Liverpool. Detrás de las cámaras estaba Richard Lester, tal vez el cineasta más juguetón y menos solemne del “Free Cinema” británico, aquel movimiento pleno de iracundia y rebeldía que se oponía a las tradiciones del té de las cinco de la tarde y al desfile cotidiano del grupo de soldados afines a la Reina y al Primer Ministro Inglés. Los Beatles se miraban al espejo en esa mini-historia eufórica que narra Anochecer de un día agitado, como si se tratara de un documental ficticio con John, Paul, George y Ringo haciendo de sí mismos.
Los Beatles corrían de acá para allá en la película inicial, tal como expresaba la irrepetible “Beatlemania”, aun inglesa y antes del desembarco en Estados Unidos.
Pero llegaría HELP! (1965), reflejo pop de la masificación de los Beatles en todo el mundo, un año después del famoso aterrizaje de aquel avión en el aeropuerto estadoudinense.
A todo color y con el mismo Lester controlando a los cuatro, la historia despliega otro tipo de faceta narrativa. En efecto, los Beatles siguen siendo el centro neurálgico del relato pero están acompañados (o perseguidos, especialmente, Ringo Starr) por una extraña secta dedicada a los sacrificios humanos. El humor es muy british, refinado e irónico, pero bebiendo de la estética del absurdo vía Eugene Ionesco. Para muestra del tono feliz y antinaturalista del film basta recordar que el baterista eficaz del grupo (Ringo Starr, el mejor actor de los cuatro) es buscado por esa secta a propósito de llevar en uno de sus dedos meñique un anillo que representa el poder de un dios tal para que se sigan realizando los sacrificios.
Si el pretexto argumental es un (bienvenido) disparate, las situaciones bordean y superan al absurdo: los intentos por obtener el anillo, las peleas en la playa, la inesperada aparición de dos científicos dementes, la intervención de Scotland Yard y las escenas que transcurren en los Alpes nevados y con esquíes representan a una película más jugada que su predecesora.
Claro que no hay película con los Beatles sin su música. En ese sentido los siete temas del lado A del soundtrack original (disculpas para el lector joven) suenan en las imágenes mejor que nunca, incluyendo el clásico “Help!” en dos oportunidades. Ocurre que durante la hora y media de película el delirio funciona a la perfección: la participación estilo “fiesta interna” de los cuatro, una trama que supera al título en blanco y negro y un reparto secundario plagado de actores notables de aquella camada del nuevo inglés (Roy Kinnear, Victor Spinetti, Eleanor Brown, Leo McKern).
Luego vendría el viaje LSD de Gira mágica y misteriosa (1967), producida y gestada por el mismo grupo, realizada para televisión y en consonancia con el consumo de drogas duras y la fiesta hippie anunciada desde Monterey Pop en adelante.
Un año después, el llamado a la paz en animación de Submarino amarillo (de George Dunning) y la maldad del mundo arrasada por la poética de los Beatles.
La separación definitiva, en 1970, tendrá un documento único y veraz: Let it Be de Michael Lindsay Hogg, donde la cámara descubre la anarquía y el inmediato divorcio entre los cuatro (o cinco, ya que Yoko Ono aparece en más de una ocasión), solo disimulada por la última presentación en vivo en la terraza de la productora Apple con ese inolvidable combo de canciones (”Dont let me Down” y “Get Back”) como desenlace y epitafio a un trayectoria de solo diez años.
HELP! está ubicada en la zona intermedia de la carrera de los Beatles. Y su exhibición como cierre del seminario le hace justicia al cine y a la música rock/pop de entonces.
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